La aspiración de todo creador de arte es que su palabra, que su voz, sea cada vez más clara y más honda.

 Oswaldo Guayasamín



 

Susmar Piñango de Meyssignac (Caracas, 1978).

Susmar proviene de « sus » “Jesus” (padre) y « mar » “Mariela” (madre).

 

Tomando la idea inicial de Guayasamín, la voz encarnada en mi trabajo pictórico −no sé si más clara y más honda, pero sin duda, en continuo recorrido – no hace sino tratar de contar historias. Esas primeras historias nacen en la ciudad caraqueña. Por esos caminos conduje mi vida 27 años. Simultáneamente, estudié la carrera de Artes Plásticas en la UCV (Universidad Central de Venezuela) y en Uneartes (antiguo Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas “Armando Reverón”).

En el 2003, en el museo Jacobo Borges, participé en mi primera exposición colectiva llamada “Historias Personales”, y fue ese mismo año cuando obtuve el título de licenciada mención Medios Mixtos en Uneartes.

 

Estuve tres años realizando algunas actividades formativas, laborales y de exploración, entre las que puedo citar una colaboración especial de vestuario y ambientación para la dirección de arte de la película Cyrano Fernández, del director venezolano Luis Alberto Arvelo. En el 2006, realicé un Curso de Extensión de Promoción de Lectura y Literatura Infantil y Juvenil en el Banco del libro. Y gracias al tema de mi tesis en la UCV, participé como ponente en el Congreso Internacional Ciudades Globales Latinoamericanas (Ciglas) en la Sala de Conciertos de esa universidad, y ese mismo año obtuve mi diploma como licenciada mención Artes Plásticas de la nombrada casa de estudio.

 

Desde entonces me he encontrado viviendo y trabajando en otras ciudades del mundo. Luego de algunos años universitarios de búsqueda permanente y durante la cual exploré diferentes técnicas artísticas como el video y la instalación, me encontré con el formato bidimensional, particularmente con el dibujo hecho a tinta.

 

De esta manera, puedo aducir que mis trabajos son el reflejo del proceso de construcción de mis referencias, trenzadas en una mezcla de lo imaginario y lo anecdótico que forman parte del entramado cotidiano. Seis años en Singapur, marcaron una etapa plástica en la cual la tinta china sobre papel fue un valor constante, y en el que el negro y el blanco han sido mis únicas herramientas cromáticas.

 

La participación en la Biennale Populaire de Bourg en Bresse (Francia) y en la Biennale de Lions (Macau, China), me han permitido iniciarme en la pintura sobre escultura de gran formato, y aunque seguí utilizando para la elaboración de los detalles las herramientas cromáticas habituales, el color surge dulcemente envuelto en tinta dorada y con los colores de papeles reciclados. Si bien la admiración ante los hechos banales y cotidianos, así como la observación de las cosas etiquetadas como “insignificantes” de la vida corriente siguen siendo un recurso inagotable, el elemento dorado se ha convertido en un medio para volver a nombrar y valorar lo anodino.

 

Desde que Caracas abrió paso a otras ciudades, mis trabajos han venido recorriendo otros espacios; en 2011, estuvieron en México con la IV Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo y la exposición Naturaleza Viva en la Galería Unira, del Instituto Nacional de Ecología (Inecol) de Xalapa. Asimismo, estuvieron presentes en la exposición colectiva Tramaturas en la República Checa, y en el Proyecto Wunderkammer, Singapore Segment, en la Maison Arts Plastiques Rhone Alpes, en Lyon (Francia).

 

Es indudable que los trayectos van marcando círculos. Mis círculos, mis anillos, mis trabajos han venido progresivamente tendiendo puentes entre mi ciudad natal, mis ciudades de estancias y las ciudades aún sin explorar y en las que el oficio plástico se encuentra jugando con esos otros oficios que bordean mi vida maternal y familiar. Plasmar escenas triviales se ha convertido entonces en una forma extraordinaria de nombrar lo ordinario. En mi trabajo siempre se verá reflejado el cuestionamiento sobre la importancia de la carga referencial que lleva cada imagen figurativa: los alimentos, los pequeños objetos y personajes de lo cotidiano, temas que permiten abordar de manera coherente ese juego entre referencia, figuración y contexto.